Puede que nunca hayas oído hablar de los transgénicos, pero probablemente hayas utilizado algún producto de este origen. Cuando se pone este tema en la agenda, algunos defienden la producción y dicen que es una gran manera de combatir el hambre a través de alimentos más resistentes y nutritivos. Los críticos, por otro lado, afirman que estos productos pueden tener graves consecuencias para la salud humana y el medio ambiente.
La palabra proviene del latín, “trans" significa posición más allá, a través, cambio y "gene" que significa perteneciente o relativo al gen. Es decir, a través de técnicas utilizadas por la ingeniería genética en los laboratorios, los transgénicos tienen cambios en su conjunto de genes, que pueden involucrar uno o más genes transferidos artificialmente de otra especie.
La Ley de Bioseguridad, aprobada en 2005, siguiendo ciertos criterios, permite la comercialización de transgénicos. El objetivo principal de estos productos es hacer que las plantas y los animales sean más resistentes a plagas, enfermedades y pesticidas, además de hacerlos más nutritivos y productivos, mejorando así la calidad del producto. Sin embargo, existe una gran controversia sobre este tema, ya que algunas personas, especialmente ambientalistas, creen que estos productos pueden traer graves riscos salud humana y tienen un gran impacto en el medio ambiente. Estos luchan para que los organismos con el código genético modificado sean prohibidos.
El primer alimento transgénico de origen animal que se liberó para el consumo fue el salmón transgénico. Entre los más consumidos se encuentran el maíz y la soja. Varios países del mundo también producen algodón modificado. A través de estas pruebas también han surgido seres vivos, siendo el caso más conocido la clonación de la oveja Dolly.
- Texto escrito por Natália Nocelli del Team Eu Sem Fronteiras.
