Durante años, no comí lo que quería comer, hice cosas que no quería hacer y me maquillé incluso cuando realmente no quería hacerlo. Odiaba el reflejo en el espejo más de lo que debería.
Hasta que un día me cansé de fingir, me cansé de usar tanto maquillaje para ocultar a la persona única con una personalidad original que Dios me había dado. Así que me pregunté:
¿Quién eres cuando nadie está mirando?
Fue entonces cuando me di cuenta de que aparecía una versión mucho más interesante de mí mismo cuando estaba solo. Era una versión que no se avergonzaba de bailar, sonreír o decir lo que tenía en mente. Una versión más ligera de mí misma que fuera divertida, que no tuviera que forzar nada, y mucho menos avergonzarme de quién era realmente.
Descubrí que lo que más escondía en mí era lo que me hacía realmente “hermosa”.
Tú y yo, somos humanos perfectos en nuestras imperfecciones, estamos llenos de detalles, somos universos enteros en un solo ser: desde los dibujos que se forman dentro de nuestros ojos y los detalles de nuestras curvas hasta las estrías que solo sirven para decorar. nuestros ojos, nuestros cuerpos.
¡Somos perfectos!
El único problema es que el mundo ha entrenado nuestros ojos y mentes para odiar la perfección natural, porque entonces podrían vender más de lo artificial.
Así que espero que de alguna manera te levantes ahora mismo y te mires al espejo con un poco de amor, apreciando cada detalle de lo que eres. Por favor, no te maltrates más, no te juzgues más.
Sé que no es fácil, pero con pequeños pasos lograremos quitar el foco de lo que nos hace sentir mal y, de esta forma, podremos prestar atención a lo que realmente importa, que es este increíble e infinito ser humano que aparece cuando nadie está mirando
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