Maternidad lesbiana: cuando ser madre va más allá de lo normal

“Mamá solo tiene uno”. ¿Lo será? Hoy vamos a desmitificar esta idea poniendo el foco en la maternidad de las mujeres lesbianas. Después de todo, el Día Nacional de la Visibilidad Lésbica, que se celebra el 29 de agosto (que es precisamente el mes de la visibilidad lésbica), se creó con el objetivo de sacar a la luz la lucha por los derechos que durante mucho tiempo se negaron a las mujeres lesbianas. La maternidad fue una de ellas, pero muchas cosas han cambiado después de años de lucha.


Si antes, a los ojos de la sociedad, sólo valía aquella familia nuclear y tradicional en la que un hombre y una mujer hacían el papel de padre y madre, hoy vivimos las múltiples posibilidades de ser familia. Hay varias configuraciones nuevas y, entre ellas, hay parejas de mujeres que eligen ser madres juntas. Ahora, mamá no tiene solo uno.


Hoy en día, existen varias posibilidades de constituir la familia soñada, ya sea que experimente un embarazo o no, ya sea acompañada o sola. Tal movimiento trae varias resignificaciones, entre ellas el propio ejercicio de la maternidad y la figura materna.

Deconstruyendo prejuicios y construyendo una sociedad que haga valer los derechos de todas las mujeres, en su diversidad, mucho ha cambiado y aún se puede cambiar. Comprender las posibilidades que existen para que las mujeres lesbianas ejerzan la maternidad en su sentido más amplio es solo la punta de este iceberg, pero un gran comienzo. ¿Entonces vamos alla?

¿Qué es ser madre?

Haciendo una búsqueda rápida sobre la palabra “madre” en internet, el diccionario en línea Priberam nos da los siguientes significados:

"Madre
sustantivo femenino

  1. Mujer que tiene o ha tenido un hijo o hijos.
  2. Mujer que cría y educa a un niño, niña o adolescente que no fue engendrado por ella, pero con quien establece lazos maternos y con quien puede estar ligada por vínculos jurídicos (p. ej., su madre era soltera cuando lo adoptó).
  3. Animal hembra que tiene un hijo o hijos.
  4. Una mujer cariñosa o protectora.”

El diccionario continúa, pero ceñámonos a lo que más nos interesa ahora. Lo que entendemos por ser madre, hoy, incluye vínculos que antes no se consideraban, dando lugar a nuevas constituciones familiares.



Maternidad lesbiana: cuando ser madre va más allá de lo normal
Winnie Bruce de La colección Winnie / Canva

La madre ya no es sólo la que engendra y gesta al niño en su vientre. Ser madre adopta muchas formas que están sustentadas en el ámbito legal y, por tanto, tienen una vigencia mucho más allá de lo subjetivo. Y este poderoso vínculo maternal, que siempre ha intrigado al ser humano, es también una experiencia de muchas mujeres lesbianas que han encontrado diferentes caminos para cumplir su sueño.

Muchas otras pueden no conocer sus posibilidades o no abrazarlas como un derecho, ya que sufrieron la invisibilidad como lesbianas desde muy temprana edad. Pero estas posibilidades existen y conoceremos un poco las más comunes en este artículo.

Tipos de reproducción asistida

Las mujeres lesbianas trascienden las posibilidades de la maternidad abdicando de las relaciones afectivas o sexuales con los hombres, rompiendo con un patrón de sociedad patriarcal -y en ello la ciencia juega un papel fundamental. Cuando se quiere experimentar el embarazo, los procedimientos más habituales son la inseminación artificial y la fecundación in vitro, escogidas junto con el especialista y según cada caso.

Inseminación artificial

Esta es la opción más sencilla y necesariamente solo una de las madres experimenta el proceso gestacional. Este es un factor que puede pesar en la recomendación médica. Pero antes que nada hay que elegir al donante anónimo por medio de un banco de semen. No hay contacto alguno con este donante y las futuras madres desconocen su identidad.

La madre que quiere quedar embarazada recibe o no estimulación para la producción de óvulos a través de medicamentos, según la evaluación del médico especialista. Posteriormente, el semen donado se introduce directamente en su útero, para que se produzca la fecundación natural.


Fertilización in vitro

Más complejo, este procedimiento involucra la fertilización fuera del cuerpo de la mujer, en un ambiente de laboratorio controlado. El procedimiento es comúnmente recomendado para mujeres de 35 años o más, por tener mayores posibilidades de éxito en estos casos. Al igual que con la inseminación artificial, se debe elegir al donante anónimo. Solo entonces comienza el proceso de fecundación.


Se utilizan medicamentos para estimular la producción de óvulos que, con el tiempo, se extraen del ovario y se almacenan en un laboratorio, donde serán fertilizados con el esperma donado. Tras la fecundación, los embriones resultantes se implantan en el útero de una de las madres, que puede ser la que aportó los óvulos u otra, a criterio de la pareja.

¿Es realmente posible la inseminación casera?

Ciertos factores pueden llevar a las parejas de lesbianas a optar por la inseminación domiciliaria, que no es más que la recolección de semen fuera de un contexto de laboratorio, que se inyecta a la mujer con el uso de una jeringa. No existen restricciones legales contra este método, pero los expertos advierten sobre los riesgos de infecciones y perforaciones, y la probabilidad de éxito es menor.

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Irina Shatilova de Getty Images/Canva

Sin embargo, muchas lesbianas optan por este método ya que es más económico. Incluso hay comunidades en línea donde pueden encontrar a sus donantes. De esta forma, no existe el anonimato y las futuras madres pueden elegir si mantienen o no contacto con la donante, según sus recíprocos deseos. También hay casos en los que el donante es alguien cercano a la pareja, como un amigo, que puede o no acabar participando en el embarazo y crianza del niño, según se acuerde.


En cualquier caso, lo recomendable es buscar un especialista en reproducción asistida para conocer todas las posibilidades y elegir la más eficaz y con menos riesgo para la mujer.

Adopción: un amor más allá del embarazo

Para ser madre no hace falta haber engendrado al hijo. Muchas parejas abrazan esta idea y, como no sienten la necesidad de experimentar el embarazo, optan por adoptar a sus hijos. Y elegir ese camino no hace que la maternidad sea menos legítima.


El proceso de adopción suele ser arduo y requiere determinación, y ahí es donde comienza la paciencia de las futuras mamás. Después de buscar un Juzgado de la Niñez y la Adolescencia, es necesario asistir a un curso preparatorio y someterse a entrevistas psicosociales y visitas domiciliarias, a fin de verificar si la pareja (o la futura madre soltera) está en condiciones de garantizar la creación de un hijo.

Los solicitantes de adopción rastrean el perfil del niño deseado y sus nombres son ingresados ​​en el Registro Nacional de Adopciones. A partir de ahí, queda esperar el ansiado día en el que les llamarán para conocer a un niño con perfil compatible. En este punto puede comenzar la etapa de convivencia con el niño, niña o adolescente. Si todo va bien, la adopción puede proceder.

La adopción por parte de mujeres lesbianas es perfectamente posible, pues la unión homoafectiva estable está reconocida por nuestra legislación. Así, el niño o adolescente adoptado puede tener en su registro el nombre de las dos madres.

Es importante destacar que la adopción tardía ha cobrado más notoriedad, incluso entre parejas del mismo sexo, y esto es importante porque la mayoría de los niños disponibles para adopción en España tienen más de 3 años (lo que ya se define como adopción tardía).

Alta en maternidad dual

Hasta 2017, el registro con maternidad dual solo era posible a través de una lucha burocrática que requería una declaración de la clínica de reproducción humana, con firma notarial y una decisión judicial favorable. A partir de esto, es posible imaginar cuánto lesbofobia impidió a muchas parejas de lesbianas cumplir su deseo.

Maternidad lesbiana: cuando ser madre va más allá de lo normal
Gajus / Canva

No es que la lesbofobia haya dejado de existir, pero actualmente el proceso lleva un poco menos de tiempo. El niño todavía solo puede ser registrado directamente bajo el nombre de dos madres si existe tal declaración. Pero ahora es posible reconocer la maternidad socioafectiva. Así, el niño es registrado a nombre de una de las madres y, posteriormente, la otra madre puede incluir su nombre en el registro en una oficina de registro.

Esta maternidad socioafectiva también es posible si se crea un vínculo con el hijo biológico de la pareja surgido de una relación heterosexual. Así, el niño puede tener en su registro el nombre de dos madres y un padre.

Mitos y dudas comunes

¿Serán homosexuales los hijos de madres lesbianas?

Este es uno de los mitos más desmentidos. La sexualidad no es una opción. Si lo fuera, no habría tantos niños homosexuales criados por parejas heterosexuales. Incluso la ciencia, a través de estudios, señala que no existen diferencias significativas al respecto.

¿El niño sentirá la ausencia de un padre?

Esto dependerá de cada niño. Hay personas que extrañan una figura paterna, sin importar si es fruto de una relación heterosexual o homosexual. Otros, precisamente porque nunca han experimentado esta referencia, son indiferentes a ella.

¿Tendrán estos niños problemas psicológicos?

Ser hijo de madres lesbianas no es un factor para causar daño psicológico. Es costumbre asociar a estas madres con el prejuicio que sufrirán sus hijos, como si fuera su culpa, cuando, en realidad, son los actos prejuiciosos de otras personas los que pueden interferir en la salud psicológica de los niños.

Mitos como estos son un desafío más que las madres lesbianas deben enfrentar para ser madres como cualquier otra mujer. La lesbofobia, la desinformación, la burocracia y las fallas en el apoyo legal son algunos factores que intentan alejar a las mujeres lesbianas del ejercicio de la maternidad.

Pero la lucha por sus derechos ha sido feroz y la invisibilidad que sufren estas mujeres está siendo sorteada poco a poco. Ha habido muchas victorias para la comunidad lesbiana en los últimos años, pero esto es solo el comienzo de una búsqueda de un equilibrio de derechos, un equilibrio que no considere la diversidad como algo negativo.

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La maternidad lesbiana existe y merece tener su visibilidad en el foco. Ser madre, al fin y al cabo, es un vínculo especial que no depende de la orientación sexual.

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