¿Crees en el amor ideal?

En un momento en el que priman las preguntas sobre el maltrato emocional como si fueran virus capaces de contaminar cada día a nuevas víctimas, la vacuna y el antídoto más eficaz pasa a ser el conocimiento sobre el tema, el autoconocimiento y, cuando sea necesario, una buena terapia.

 La idea inventada es que solo cuando encontramos el amor verdadero podemos vivir felices para siempre, como en los cuentos de hadas. Debido a este amor ideal, la mayoría de nosotros tendemos a mirarnos unos a otros como si no tuvieran defectos o, por el contrario, vemos infinitos defectos, precisamente porque el amor idealizado nunca llega a existir realmente en el mundo de la materia. Muchos de nosotros, si no la mayoría, creemos ciegamente en las variables de esta creencia romántica.

Estamos tan, y durante tanto tiempo, bombardeados por este concepto inventado, que es casi imposible encontrar a alguien descontaminando este patrón. Por otra parte, hoy más que nunca, existen personas inmunes, que han despertado de esta trama aprisionadora en la que invariablemente uno termina sometiéndose al otro porque uno es el amor ideal, y el otro no.



¿Crees en el amor ideal?

En nuestra época, en la que reina el narcisismo, muchos aún caen en el relato de este amor ideal, en la trampa exuberante de la falta de discernimiento en la que piensan que incluso las relaciones afectivas pueden formar parte de escenarios espectaculares para ser admirados. En esta búsqueda desenfrenada de la mayor parte del momento, el riesgo de entablar relaciones abusivas es enorme.

Aunque la mayoría insista en creerlo, la evidencia de la vida nos demuestra ininterrumpidamente que nuestra verdadera felicidad no está ni podrá estar nunca en manos de nadie. El amor ideal, por lo tanto, es una invención y una convención social que puede ser cuestionada y reinventada según la individualidad de cada uno.



En una investigación histórica podemos observar que la forma de amor que tenemos hoy es bastante diferente a todo lo que ha existido alguna vez. Observando algunas tribus indígenas, por ejemplo, podemos ver claramente que los lazos afectivos que unen a los individuos varían de manera vertiginosa, según la tribu y la época en que se encuentren.

Puede parecer imposible pensar el amor de forma distinta a la habitual forma romántica de vivir felices para siempre porque vemos nuestro modelo afectivo como algo inmutable y casi sagrado, pero aún estamos inmersos en la construcción de una época. La buena noticia es que poco a poco la gente y más gente va despertando y liberándose de esta dictadura sobre el amor ideal que hace que las parejas acepten todo en nombre de este supuesto romanticismo. Estamos en el siglo XXI y muchos a nuestro alrededor muestran signos de tratar el amor de manera muy diferente de lo que aprendieron.

Amar no es ni tiene que ser igual para todos.

¿Crees en el amor ideal?

En la ideología del amor, la ley es que es imposible ser feliz solo. Sin una sociedad afectiva, la vida estaría condenada al fracaso. En nuestro presente, aunque podamos atrevernos a pensar diferente, tenemos espacio y libertad para experimentar con nosotros mismos mucho más allá de los referentes aprendidos.

Vemos directamente a través de los medios que tener una relación afectiva no es un ejemplo de felicidad. Esto nadie lo garantiza y lo que más obtengo en mi oficina son personas víctimas de abusadores que, a pesar de todo el malestar que han sufrido, siguen creyendo que relaciones terribles de este orden pueden transformarse mágicamente en relaciones ideales.

Un gran error que enferma a los que antes no estaban enfermos. Estar con alguien definitivamente no es garantía de felicidad. Todos lo sabemos, pero nos empeñamos en creer que salir con alguien o casarnos resolverá nuestra vida, pero la vida se empeña en demostrarnos que eso no es real.



Vemos a personas y más personas que aparentemente están en relaciones o matrimonios supuestamente ideales y aún no se sienten realizados ni felices, y no pocos que entran en crisis y literalmente pierden el sentido de la vida.

La lección más llamativa de todo este escenario es que nuestros problemas emocionales y existenciales no se resuelven con el uso de “muletas” externas y que el camino de la transformación interior siempre comienza adentro y no afuera.

En la era del narcisismo se lanzan todo tipo de dolores y desesperanzas cuando se intenta, más allá del espectáculo, cubrir el vacío de la falta de coherencia y del amor propio con la promesa de la felicidad en el amor idealizado. El invento de que el amor ideal los hará sentirse completos un poco más tarde traerá todo tipo de infelicidad, porque en realidad nadie tiene el poder de realizar al otro en su identidad y destino.


¿Crees en el amor ideal?


Caminar juntos, a veces uniendo intereses, a veces ejerciendo la libertad del ser para existir en la propia individualidad, vigoriza, hace crecer y aporta el autoconocimiento indispensable para la eterna construcción de uno mismo.

¡Cuanto más despierto, mejor!

Silvia Malamud

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