Cien formas de marcar la diferencia en la vida de las personas - Capítulo 82

    CAPÍTULO 82 - ¡TRAGANDO RANAS COMO SI SABIERAN A CARAMELO!

    Desagradable pero obligatoria, y te explico en qué consiste. No se trata de tragarse el repulsivo batracio, sino del arte de tragarse “ranas figuradas”, de aceptar lo casi inaceptable. Este arte debe ser cultivado de manera que haga por lo menos aceptable la convivencia con la diversidad de gustos, costumbres, actitudes, comportamientos y peculiaridades de las personas queridas.

    ¡De vez en cuando sentimos que estamos a punto de actuar como ogros enloquecidos y bañar a las personas justificadas con oleadas de adjetivos que no siempre son bienvenidos en las antesalas de los lugares sagrados! No es raro, por desgracia, que nos veamos obligados a pisar el freno emocional y dejar sin respuesta la carga negativa que nos lanza el interlocutor, intencionadamente o no. Tampoco es raro que estas situaciones sean excelentes oportunidades de aprendizaje y maduración emocional, así como excelentes oportunidades para marcar una gran diferencia en la vida de las personas.



    Cien formas de marcar la diferencia en la vida de las personas - Capítulo 82

    No te sientas disminuido por tener que “tragarte la rana”, en lugar de decir muchas y grandes a la persona que ha provocado ciertos instintos primitivos, sobre los que debemos mantener una estricta vigilancia y mil hierros. Al no reaccionar, además de evitar la instalación y propagación del belicismo, estarás creando dos enormes perspectivas de ser la diferencia: primero para ti y, simultáneamente, para la otra persona. Marcarás la diferencia para ti, demostrando que eres dueño de las emociones y sobre ellas, haciendo reinar la inteligencia y el espíritu superior, lo cual es absolutamente fantástico. La segunda diferencia la experimentarán otras personas, quienes aprenderán de usted cómo se debe tratar a todos y comprenderán cuánto los respeta y valora, protegiéndolos contra ellos mismos y su abuso verbal.



    Aprendí un truco y lo desarrollé a lo largo de los años tratando con personas, debido a mi especialización en la enseñanza de diferentes tipos y niveles. El trato con la gente, especialmente los agrupados en las aulas, que son escenarios muy propicios para las travesuras relacionales, es una prueba constante de nuestra capacidad de fingir que no lo vimos, de tragar con fuerza y, junto con este tragar, de soltar una rana entera. , del tipo tei-tei cururu, que habitan aguas oscuras y lugares llenos de razones para huir de ellas.

    Cuando un alumno me dijo una vez que “sería hasta un buen maestro, si no fuera por el insoportable acento carioca”, tuve la gran oportunidad de poner a prueba, hasta el límite, mi habilidad para “tragar ranas”. Fue difícil, pero ejercité mi truco de exorcizar banalidades a gran velocidad, que constaba de cinco etapas: la primera, la del autocontrol, la segunda, el ejercicio del “no soy yo”, la tercera, la de pensar que el agresor tiene más razones que yo para dejarse engañar por un imaginario recolector de errores genéticos, el cuarto, para sentir lástima por el agresor y el quinto y último, para encontrar muy gracioso lo que dijo e hizo. ¡Funciona (y cómo funciona)!



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