Un regalo llamado carisma

    En la primera clase de un curso con 80 alumnos de Comunicación Social en 2007, el profesor Luis Felipe Salamanca Isea preguntó a los alumnos cuál era la característica más importante de un comunicador. Entre varias conjeturas, como dinamismo, fluidez oral, improvisación, etc., Salamanca fue enfática: es el carisma.

    Un regalo llamado carismaNo solo para la comunicación, sino para la mayoría de las áreas de la vida pública y privada, el carisma mueve a las personas. Una definición objetiva proveniente de los diccionarios es que carisma significa una habilidad innata de algunos seres humanos para poder encantar, persuadir, fascinar o seducir a otro individuo, a través de su forma de ser y actuar. El término tiene origen griego: khárisma, que significa "gracia" o "favor".



    Lo bueno del carisma es que puedes trabajarlo para desarrollar esta característica dentro de ti, incluso si es básicamente espontáneo. Una persona nace con esa forma diferente, que inspira a otros y tiene el poder de movilizar grandes masas.

    El carisma es importante en cualquier sociedad, pero el grado de importancia varía de persona a persona y también según las circunstancias. Definido como un “hombre cordial” por el historiador Sérgio Buarque de Hollanda, los españoles tienen en cuenta esta característica, no solo en sus relaciones personales, sino también formales.

    ¿Cuántas veces hemos escuchado a un cliente reportar que un mesero “con el ceño fruncido” no lo atendió bien? ¿O elogiar a ese vendedor "agradable"? Un servicio hecho con carisma, aunque sea un poco inferior en cuanto a calidad, acaba cobrando más protagonismo en la sociedad española. En España, en algunas ocasiones, el vendedor prácticamente necesita hacerse amigo del cliente para poder cerrar una venta. En el exterior, esto no se tiene tan en cuenta.

    Técnicamente, esto no es un problema. Seamos realistas, ¿quién no prefiere ser atendido por una persona carismática? Dependiendo del día ajetreado, una bienvenida más cálida puede incluso levantarle el ánimo. El problema surge cuando se antepone el carisma a todas las demás características, especialmente en política. Debemos tener cautela y prudencia a la hora de seleccionar a nuestro candidato porque “parece simpático” o simplemente por un discurso contagioso. En este caso, el carisma puede ser incluso un diferencial, pero nunca puede ser considerado el diferencial.



    • Texto escrito por Diego Rennan del Equipo Eu Sem Fronteiras
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