Un día, estaba hablando con una amiga y me decía lo infeliz que era. Tal vez infeliz es una palabra fuerte. Creo que insatisfecho es más apropiado. Dijo que no estaba contenta con quien era y que, si pudiera, le gustaría ser otra persona, porque para ella muchas cosas habían perdido su sentido.
Ella estaba totalmente confundida, algo que me parece muy aceptable en sus 29 años, al borde de una crisis así de 30. Esta conversación entre los dos me recordó algo, una conversación que tuve conmigo mismo cuando tenía 10 años. .
Recuerdo que en esa época había una película, que no recuerdo el nombre, de cierta escena en la que un vampiro mordía a un niño pequeño, pero no recuerdo bien si el niño había muerto y el amigo vampiro quería revivirlo o si simplemente mordió al niño sin razón.
De todos modos, sé que esa escena me hizo fantasear con que quería que me mordieran porque ya no quería mi vida, no encajaba en este mundo y muchas cosas no tenían sentido. Quería una nueva vida, una oportunidad diferente. Creo que pensé: “Esta es mi oportunidad de vivir otra vida, otras aventuras. No me parezco en nada a lo que debería parecer". Gente, créanme, esta con mis 10 años.
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Hoy, pensándolo bien, no sé si eso ayudaría mucho y tampoco creo que le funcione a mi amigo. Quería huir de mí mismo y era tan joven... No estoy muy seguro de por qué. La verdad es que aunque fuera posible escapar de ese yo que negaba, ¿no rechazaría yo también en el futuro al yo vampiro?
Después de todo, en algún momento, no me iba a gustar a mí mismo de alguna manera.
Honestamente, noto que la mayoría de nosotros, cuando nos encontramos con nuestras debilidades o incluso con algo que no nos gusta, lo pasamos por alto, es decir, "lo tiramos debajo de la alfombra". ¡Afronta o piensa! Es demasiado doloroso, laborioso, agotador...
No podemos convertirnos en vampiros, no que yo sepa. Incluso si pudiéramos, no resolvería todos nuestros problemas. Entonces, los invito a enfrentar las circunstancias de su yo con la cara limpia.
Quiero que estés dispuesto a analizar qué te molesta, qué puedes hacer para mejorar esta situación. Muchas veces estudiamos fórmulas, literatura, ecuaciones, gestionamos empresas, pero no nos estudiamos a nosotros mismos, tratamos de no entendernos.
Tenemos el defecto de no conocernos en profundidad y saber más de los demás que de nosotros mismos.
Reensamblar, reintegrar, rehacer y reevaluar. Sintonízate contigo mismo y descubre un “yo” que siempre ha estado ahí y siempre ha sido suficiente. Una vez que lo hayas hecho, cuando surja un problema, en lugar de querer ser otra persona, te verás autosuficiente para enfrentarlo.
