Un cuaderno y un té.

Hay muchos estímulos diarios a través de pantallas, colores, imágenes y sonidos. El detenerse es un movimiento contrario, pero sumamente necesario y orgánico para los seres de la naturaleza. Pero, en el tiempo que vivimos, lo natural a veces se ve como una excepción. No todas las personas pueden cerrar los ojos y meditar. Así que sugiero comenzar con un cuaderno y una taza de té.

La hoja en blanco puede ser aterradora, pero la barrera no es física, sino mental y sentimental, surgida del miedo y las creencias limitantes que se llevan a lo largo del camino. No hace falta ser escritor para escribir. Las etiquetas no pueden seguir estando por delante de la esencia humana. Por lo tanto, la ilusión debe cesar en algún momento. Sólo la conciencia puede llevarnos a las respuestas que tanto buscamos. El primer paso es observar. No lo que está afuera, sino lo que está adentro. Las emociones están muy descuidadas y por eso es fundamental prestarles atención, como a un niño. El cuaderno es una buena invitación para empezar. Poner las emociones en palabras es como dejar que el agua se detenga, corra. El movimiento es el significado natural de la vida, por lo que los sentimientos no pueden ser retenidos en un dique dentro del cuerpo.



Un cuaderno y un té.
Drew Jemmett/Unsplash

El acto de prepararte una taza de té es un acto de bondad. Hervir el agua, elegir la hierba, hacer la infusión o decocción. Espere a que el líquido burbujeante se caliente hasta que lo sirva en una taza y bébalo. Es como un aviso al cuerpo de que todo está bien, que será escuchado. En algunos lugares de Oriente, preparar té se trata como una meditación. Un momento para ejercitar la presencia de los sentidos. Y todo es ejercicio. Muchos de nosotros estamos entrenados para tener mentes aceleradas. Dejar de fumar también debe ser un ejercicio. Por eso conviene reservar unos minutos al día para el descanso.



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El proceso de prestar atención es gradual. Al principio, habrá renuencia tanto a reducir la velocidad como a expresarse. Pero luego hay una readaptación a la naturaleza misma. Primero un cuaderno y una taza de té. Entonces, con los sentimientos sueltos, no habrá límites. La única certeza en el curso es que una persona que se fija en sí misma, no mirará al exterior. Esta es una liberación.



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