¿Qué hacer cuando estamos consumidos por el desgaste y el estrés emocional?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud como “un estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Por tanto, este concepto no se ajusta a la realidad, ya que nos encontramos con que en el mundo actual, con tantas exigencias y estímulos, es imposible vislumbrar este perfecto bienestar en la práctica. Esto se debe a que vivimos en el siglo del estrés, que, según la propia OMS, se caracteriza por ser una epidemia mundial.


Pero, ¿qué es el estrés?

El estrés siempre nos ha acompañado a lo largo del tiempo, siendo un factor importante para la psicoadaptación y supervivencia de nuestra especie. En otras palabras, la activación fisiológica del sistema simpático para luchar y/o huir ante el peligro fue un factor selectivo primordial para que estemos hoy aquí.


De esta forma, podemos conceptualizar el estrés como una respuesta bioquímica y conductual, siendo la capacidad psicoadaptativa ante situaciones de peligro reales o imaginarias y que tiene como objetivo proteger la integridad física y emocional. El problema radica cuando se vuelve disfuncional, siendo, por tanto, propicio para el desarrollo de enfermedades.

¿Qué enfermedades son causadas por el estrés?

Ante el desequilibrio bioquímico provocado por la alteración de los sistemas noradrenérgico, GABA y serotoninérgico, debido a continuas situaciones de estrés mal diseñadas, el organismo manifiesta su “estado de alerta” a través de la somatización. Muchas enfermedades pueden manifestarse durante el período de estrés crónico, siendo estas, principalmente, las de carácter psicosomático, tales como: alergias, trastornos del sueño, depresión, trastornos de ansiedad, problemas cardiovasculares, neurológicos, dermatológicos e incluso el cáncer.

¿Es el estrés una condición o una patología?

Como se informó anteriormente, necesitamos estrés positivo para hacer frente a las situaciones de la vida cotidiana. Pero, como todo tiene dos caras de la misma moneda, este mismo estrés energético, mal gestionado, puede convertirse en patología, en las llamadas enfermedades psicosomáticas. La línea entre el estrés positivo y negativo no es delgada, siendo procedimental y ofreciendo muchas señales a través del cuerpo, tales como: cansancio permanente, indisposición, ansiedad, “opresión en el pecho”, taquicardia, temblores, hormigueo en manos y pies, migrañas tensionales. , dificultad para respirar, insomnio e irritabilidad, por ejemplo. Para que el estrés no se vuelva crónico, es necesario que prestemos atención a los signos anteriores y, si hay identificación, hagamos cambios en los hábitos y comportamientos que, quizás, puedan estar contribuyendo al desarrollo de esta sintomatología característica del estrés.



Del mismo modo, debemos revisar la calidad de nuestras relaciones interpersonales y nuestra relación con nosotros mismos. Vale la pena señalar que el estrés patológico a menudo se confunde con el TAG (Trastorno de Ansiedad Generalizada). Por esta razón, la evaluación profesional es necesaria para un diagnóstico y tratamiento adecuados.

Manejo del estrés diario

¿Qué hacer cuando estamos consumidos por el desgaste y el estrés emocional?Las diversas estimulaciones provocadas por tantos factores como la contaminación acústica, el estrés del tráfico, asociados a los atractivos de la modernidad y nuestra connivencia con este estilo de vida -que no pone en primer plano nuestra salud emocional- son desencadenantes que favorecen el desarrollo del estrés patológico. . Partiendo de este supuesto, vale la pena recalcar la importancia de hacer una pausa en medio de los estímulos cotidianos, como forma de mantener nuestra salud emocional.

Por eso, es necesario “descargar” el estrés de la vida cotidiana, a través de actividades placenteras que liberen endorfinas, como: caminar al aire libre, ejercicios físicos ligeros, escuchar música clásica, masajes relajantes, jardinería, yoga, acupuntura y meditación. Otros mecanismos de afrontamiento muy eficientes en el manejo del estrés son también la respiración abdominal, el contacto con la naturaleza, los ejercicios de relajación y todas y cada una de las actividades curativas que promueven el bienestar.

Identificar las causas del estrés.

A menudo, no podemos modificar o incluso suprimir ciertas actividades en un momento específico de la vida, como el trabajo y el estudio. De esta forma, lo que nos queda es aprender a identificar qué te causa estrés, para que puedas gestionarlo. Unos pocos cambios a lo largo del día pueden marcar la diferencia en el mantenimiento de nuestra salud.

A pesar del “corre-corre”, puedes reservar 5 minutos para una respiración profunda y relajante, así como hacer algunos cambios en los hábitos alimenticios e incluso reducir la cantidad de alcohol, ya que este último aumenta los niveles de cortisol en la sangre, generando estrés. . Identificar las causas del problema es el punto de partida para iniciar un proceso de educación emocional, con el objetivo de realizar los cambios necesarios para eliminar hábitos y/o circunstancias a favor de nuestra calidad de vida. En este caso, el apoyo psicológico es fundamental durante y después de un período de extrema carga emocional, así como un medio preventivo, antes de que comience una crisis.



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