Sí, vivir no es una tarea fácil. Vivir es una misión dada solo a los valientes. Nos enfrentamos a leones todos los días y, después de la cena, nos enfrentamos a un saldo deudor lleno de deudas que, en la mayoría de los casos, nos hace cuestionar el verdadero propósito de esta existencia.
Definitivamente te identificaste con esto, sé honesto. Sé que, en algún momento, el peso del trabajo diario hizo que tus hombros se cansaran, te dieran ganas de gritar, de rendirte y tirarte en la primera cuneta, de estrellarte contra la primera pared que tus ojos alcanzaban a ver. . Eso, seguro que has pensado en darle un paro definitivo.
No te sientas débil o anormal por todo esto, no eres la primera, ni serás la última persona con estos dolores lacerantes. Sin embargo, le aconsejo que no se apropie de estos sentimientos. Sí, trata de soltar todo lo que te desgarra. Date cuenta que algo te está chupando la energía vital, grita, busca ayuda, levántate de este lugar.
Vístanse del espíritu guerrero, no se acomoden en esta silla de sufrimiento. Tu dolor existe, es real, pero se puede combatir, mitigar o resignificar totalmente.
¿Qué lecciones puedes sacar de ello? ¿Cuál es el propósito de todo esto en tu vida? Eso, cierra los ojos, reflexiona. ¿Qué te permite ser? Una persona más resiliente, menos apegada a cosas o personas. ¿Dónde en tu sombra toca? ¿Qué puede enseñarte? Eso, meditar, sumergirse en esta búsqueda. ¡No renuncies a esta vida, mi querido hermano, mi querida hermana!
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No te rindas, no te rindas, no te rindas. A tu alrededor hay un grupo de seres que nunca te abandonarán, que siempre te amarán y te guiarán en este viaje. Solo te preguntan una cosa, ¿sabes qué? Que confíes en ellos.