¿Eres lo que comes o comes lo que eres?

    Retrocediendo un poco en el tiempo, nos damos cuenta de cuánto la relación de las personas con la comida siempre ha sido una conexión con el poder. Las familias ricas desplegaban lujosas mesas, grandes banquetes, mientras que los más pobres consumían lo poco que tenían para sobrevivir.

    Ciertamente, la comida sigue presente en la vida de la mayoría de nosotros más allá de la necesidad de subsistencia. Comemos cuando nuestro cuerpo siente hambre y pide alimentos para reponer nutrientes, vitaminas, minerales y para cubrir todas nuestras necesidades orgánicas. Pero también comemos cuando no tenemos hambre.



    Comemos por el placer de sentarnos a la mesa y compartir buenos momentos, pero principalmente comemos para celebrar, para calmar la ansiedad o para consolar la tristeza. En otras palabras, siempre tenemos un motivo no orgánico capaz de justificar nuestras consideradas “necesidades” de compensación a través de alimentos.

    Si pensamos que existimos en una relación mente y cuerpo, es claro cuánto influye lo emocional en lo orgánico y viceversa. ¿Alguna vez has escuchado a alguien decir “eres lo que comes”? Bueno, propongo que podamos reflexionar desde otra perspectiva.

    ¿Eres lo que comes o comes lo que eres?

    Me parece coherente pensar que “¡comes lo que eres!”, es decir, comemos lo que somos, según lo que estamos sintiendo. ¿Y qué quiero decir con eso? Me refiero a que comemos lo que es posible según nuestra disponibilidad emocional. Esto explica por qué en ocasiones nos es posible, por ejemplo, seguir una dieta y en otras ocasiones no.

    Vuelvo a decir que nuestras elecciones de alimentos no solo están vinculadas a un problema emocional, sino que es una relación entre nuestra mente y nuestro cuerpo. ¿Alguna vez te has detenido a reflexionar sobre cómo tus emociones influyen en tu forma de comer?


    Cabe mencionar que si bien somos conscientes de que una dieta sana y equilibrada ofrece beneficios a nuestro organismo, no hablo de este tema para defender algún tipo de elección de alimentos o reflexión sobre el cuerpo ideal. Al contrario, solo quiero concienciar sobre un tema que nos acompaña a diario y que nos permite percibir la relación entre nuestra mente y nuestro cuerpo, es decir, necesitamos practicar el cuidado integral de la salud.


    ¡Lo que realmente cuenta es ser feliz, sin normas y sin medida! Ser feliz puede ser diferente para cada uno de nosotros, así que no dejes que los patrones te indiquen el camino. ¡Toma el camino que te haga feliz y sé tu mejor inspiración!



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