envejecer es un privilegio

Con el tiempo, la mayoría de las personas ven con cierta tristeza la llegada de las arrugas. No sólo la apariencia, sino las limitaciones físicas sumadas al dolor y el cansancio de la edad tienden a afectar emocionalmente a algunas personas. De hecho, la independencia y la libertad que ganamos a medida que envejecemos no compensa la jovialidad y la falta de responsabilidad que teníamos cuando éramos jóvenes. Pero hay una cosa en la que rara vez nos detenemos a pensar, por más obvio que sea, solo los que están vivos envejecen.

En un mundo caótico plagado de dificultades a lo largo de nuestra existencia, la supervivencia es una tarea ardua. Si hoy tenemos más acceso a alimentos, medicinas, saneamiento básico, etc., en el pasado pocos podían tener una vida digna. Las tasas de mortalidad eran muy altas, no es que ahora sean excelentes, pero la esperanza de vida era mucho más baja.

Llevando una vida con buenos hábitos alimentarios, ejercicio físico regular y otras prácticas que ayuden a cuidarnos, la probabilidad de tener una vida saludable en la vejez es mucho mayor. Inevitablemente, las malas experiencias nos desgastan. Una persona mayor es una persona que ha tenido grandes logros en la vida, pero también es una persona que ha perdido a muchos familiares y amigos queridos, por lo tanto, en cierto modo, más sola.

El orden natural de la vida es que el hijo entierre a sus padres, esto nunca será una tarea fácil y dejará una huella para siempre en nuestras vidas. El cariño y el afecto no disminuyen con los años. El hecho de que podamos lidiar con eso no elimina el anhelo que tendremos para siempre.

Nada es para siempre: todo lo bueno permanece el tiempo suficiente para ser inolvidable durante nuestro breve paso por la Tierra. No vale la pena luchar contra el tiempo. La disputa con el reloj es una derrota segura. Vivir no es simplemente alargar la vejez, sino tener una tercera edad plena, sana y feliz.

El error que comete mucha gente es vivir la vida como si nunca fuera a envejecer. Es decir, la plenitud de maximizar los placeres momentáneos, ignorando el mañana y, en consecuencia, sufriendo los impactos de la llegada de la vejez por no haberse preparado para este momento inevitable. Lo más importante es conservar los buenos recuerdos de los buenos momentos y el aprendizaje de lo que nos dolió en el pasado, pero que nos trajo lecciones valiosas para el futuro.

Escrito por Diego Rennan del equipo Eu Sem Fronteiras