El perdón requiere práctica, y no necesitas una historia dramática para practicarlo. Debes practicar el perdón cada vez que sientas que estás albergando emociones negativas, ya sea para ti o para cualquier otra persona.
Puedes usar el perdón en tu bitácora, donde escribes diariamente sobre tu día y tus emociones, o insertarlo en tu ritual matutino, un momento sagrado para tu evolución personal. Pero a veces necesitas alguna herramienta “on the go” a la mano con la que puedas hacerlo fácilmente estés donde estés, para no conectarte con las vibraciones negativas de la situación generada. Y aquí es donde la práctica de la armonización funciona muy bien.
Cuando sienta que necesita perdonar, cambie su energía, comience a conectarse con su respiración al disminuir lentamente la inhalación y la exhalación. Comience a poner toda su conciencia en su corazón e intencionalmente cambie su atención a las emociones de gratitud, compasión y cuidado. Cuando realmente te conectes, te sentirás diferente y comenzarás a transmutar tu energía, armonizando mente y corazón. En ese momento puedes traer un mandamiento de perdón: “Hoy elijo el perdón, hoy elijo la compasión y me libero para crear lo que yo elija”.
Hazlo con los ojos cerrados y en un lugar privado si es posible; si no, puedes hacerlo simplemente mentalizando y sintiendo internamente. La sintonía te saca de la mente, donde están las críticas y los juicios, y te pone en un estado de SER, armonizando mente y corazón y permitiéndote acceder más fácilmente al perdón y sus vibraciones.
También te puede interesar
- Aprende más sobre el poder del perdón
- ¿Estás obligado a perdonar? ¡Refleja!
- ¡Vive una vida más ligera perdonando a los necesitados!
Como seres responsables de nuestras propias vidas, no tienes que estar sujeto a emociones negativas durante tu día. Puedes practicar el perdón en cualquier lugar y en cualquier momento. Pero recuerda que para ello tienes que observarte a ti mismo y despertar tu fuerza de voluntad para no permitir que la mente se apodere de ti y te pongas en posición de víctima, lo que muchas veces acaba pasando. Independientemente de lo que te aporte el papel de víctima, liberarte de cualquier situación no tiene precio.