Autoaceptación, escucha y desafío: elementos fundamentales para la vida

    Nadie ha vivido tu vida. Nadie ha seguido tus pasos. No necesitas, por tanto, dejarte llevar por la opinión de alguien que nunca ha experimentado tu dolor. A lo largo de mi camino, escuché muchas veces que yo era débil, siendo muchas veces comparado con supuestos modelos de conducta, ingenio e inteligencia. Y, para mi desgracia, compré estos discursos, dejándolos en mi garganta, sin un análisis, sin una reflexión sobre lo que realmente creía.

    Lo que no sabía en ese momento es que la fuerza no tiene nada que ver con dar un portazo, que la astucia no tiene nada que ver con responder en especie o pagar en especie. No había entendido que la sensibilidad, la introspección, la paz y algo de romanticismo no son sinónimos de debilidad, y, precisamente por no entender, me rendí, me definí como un fracasado, me califiqué de tonto, débil, marica y el me gusta. Lo que sucedió allí fue una confrontación constante entre lo que yo era y lo que pensaba que debía ser para ser adecuado y llegar a ser algo en la vida. Las consecuencias de esto ya se pueden imaginar: desarrollé un dolor y un vacío que se convirtió en un pozo oscuro en el que caí.



    Actualmente, si me tocara dar algún consejo, te diría, primero que nada, que te escuches a ti mismo, sin miedo a romper el vasto mundo que eres. Es seguro que descubrirás muchas cosas feas, muchas asperezas, muchas trampas creadas por tu propia mente. ¿Pero qué sería mejor? ¿Pasando por un período de dolor hacia el reencuentro contigo mismo o viviendo una vida de engaño, viviendo una mentira que te mata un poco a diario?

    Hay muy buenas personas dispuestas a ayudar, es cierto, y vale la pena escuchar lo que estas personas tienen que decir. Pero también hay una infinidad de personas que, en el fondo, no están realmente comprometidas con su desarrollo, y de vez en cuando le lanzan golpes disfrazados de buenos consejos o “críticas constructivas”. Estas son personas que están profundamente insatisfechas con sus propias vidas, por lo que generalmente todo lo que quieren es que vivas de acuerdo con sus estándares, que actúes de acuerdo con sus libros de jugadas. Son personas que odian cuando no estás de acuerdo, porque al vivir así, desafiando sus estándares, amenazas con conquistar la alegría y la calma que ellos no han conquistado por sí mismos.



    Pero estas personas definitivamente no son malas... Simplemente no están allí, habiéndose perdido a sí mismos. Y así, usan las mismas trampas que tú y yo todavía usamos, muchas veces sin darnos cuenta...

    Efectivamente, he contado con el apoyo de profesionales, familiares y amigos que son testigos de mi batalla contra los fantasmas de mi mente, conscientes de que he recorrido mi camino con fuerza y ​​dignidad. Entonces, sí, busca ayuda y acepta las indicaciones, porque es bueno y lo necesitamos. Sin embargo, no olvides escuchar tu obstinada voz interior y responderte: ¿qué es lo que me hace vibrar? ¿Qué haría o sería si pudiera vivir desinteresadamente, sin la tonta necesidad de cumplir con las expectativas o los estándares sociales de otras personas? ¿Qué rumbo tomaría mi vida si viviera libre de la obediencia ciega a ese otro invisible que yo mismo proyecté? ¿Irías a la universidad? ¿Me convertiría en filósofo, hippie, abogado, barrendero, caminante o transformista? ¿Sería feliz o triste? ¿Poeta o escritor? ¿Entrarías en la política o vivirías un gran amor? Después de todo, ¿quién soy yo?

    Autoaceptación, escucha y desafío: elementos fundamentales para la vida

    Hay días que son difíciles, sí. Otros no… A veces logramos desafiar nuestras miserias, el miedo, el dolor y la depresión. A veces no. Entonces no es debilidad no poder levantarse de la cama. No es irresponsable renunciar a las cosas. No es quisquilloso llorar, tener miedo o enamorarse. No hay vergüenza en ser lo que eres. La vergüenza es no buscar conocerte a ti mismo. La vergüenza es no buscar reconocer lo que es realmente bueno y malo para ti. La vergüenza es adaptarse a la posición de víctima y no correr el riesgo de abrir nuevos caminos, descubriendo las propias miserias. La vergüenza es desperdiciar la vida, pararse en la audiencia y simplemente verla pasar.



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