Aprende a no ser sacudido por nada

    Piense en cualquier evento incómodo en su día. ¿Pensamiento? Muy bien, ahora analiza lo que sentiste (…).

    Lo que sentiste pudo haber sido odio, revuelta, indignación o cualquier otra emoción, no importa, solo date cuenta que es precisamente ese sentimiento el que se manifiesta en el recuerdo del hecho, ¿sabes por qué? Porque magnetizamos los acontecimientos cotidianos con emociones, y este combustible emocional hace que estos acontecimientos sigan ocurriendo en nuestro inconsciente, se mantengan vivos, influyan en nuestras elecciones, creen creencias y moldeen nuestro carácter, así de simple. Todo el desequilibrio del ser resulta de estos contenidos, todas las enfermedades mentales o físicas tienen su origen en acontecimientos cargados de trascendencia y significado.



    Sin embargo, los hechos que afrontamos con indiferencia o que no nos afectan en modo alguno simplemente se disuelven y, si son recordados, no nos traerán ningún malestar, serán tratados únicamente como registros sin carga afectiva alguna.

    Podemos concluir, por tanto, que el mayor problema de la condición humana radica en el manejo de las emociones, pues si no nos dejamos afectar por las experiencias, si tratamos los acontecimientos con indiferencia y logramos mantener el equilibrio de las vicisitudes tan comunes en las relaciones con el mundo. , nada de esto pasaría. .

    Aprende a no ser sacudido por nada
    Lona / Unsplash

    El hombre sufre para procesar la realidad, sufre porque necesita desarrollar Conciencia y comprender que cualquier importancia que le esté dando a un acontecimiento hará que permanezca vivo, vibrando en nuestra memoria, en este sentido necesitamos trabajar el desapego.

    Dejar ir, por tanto, es el camino de la liberación, porque estamos apegados a lo que consideramos importante, a lo que, en cierto modo, magnetizamos con valor. Todo lo que

    que valoramos nos esclaviza, ya sean cosas o personas, no debemos tratar los fenómenos externos como responsables de nuestra realización y mucho menos pensar que somos dueños de nada. Nadie, en realidad, puede resolver nuestros problemas internos, precisamente porque son internos. Como enseña el Maestro Nazareno: “Donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”. Podemos concluir que el simple hecho de no dar importancia a lo que sucede es la actitud más inteligente y poderosa que podemos adoptar.



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    Es hora de aprender que cualquier problema solo existe dentro de nosotros, fuera de nuestro ser solo hay información, quien convierte esta información en algo problemático somos nosotros mismos, con nuestra incomprensión.



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