Llega otra Navidad. Para los cristianos es la fiesta suprema. Es el aniversario del nacimiento del hombre más perfecto que pasó dotado de cuerpo físico en la Tierra. Ciertamente cometimos muchos errores a lo largo de nuestra vida actual, pero lo que realmente importa en este momento es reconocer los errores y empezar de nuevo, al fin y al cabo aún somos imperfectos, por eso habitamos un planeta donde aún predomina la maldad. No esperemos a la última hora para arrepentirnos. Tratemos de arreglar nuestros errores ahora.
Es también una oportunidad para hacer posible que quienes nos han hecho daño pidan disculpas, cumpliendo una de las enseñanzas del Maestro cuando dijo: "Por tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda del altar, y ve primero a reconciliarte con tu hermano, luego ven y presenta tu ofrenda.
El cumpleañero no forma parte del calendario, ya que dividió la historia en antes y después de Él. Vivió con los pecadores sin convertirse en pecador y, conociendo nuestras dificultades, nos enseñó, como un maestro que también lo era, la oración para ponernos en contacto con el Padre.
Lamentablemente en muchos hogares se celebra la Navidad sin recordar que el cumpleañero es nuestro Gran Hermano, nuestro Mayor Amigo, quien siempre está dispuesto a ayudarnos en los momentos de ansiedad.
“Celebremos la Navidad con Jesús, amando, perdonando a los que no nos comprenden. Siendo la mejor mamá, el mejor papá, el mejor amigo, el mejor hermano y la noche evocadora, no olvidemos decirles a nuestros hijos cuánto los amamos, aunque aparentemente no lo merezcan. Cualquiera que conoce a Jesús nunca vuelve a ser el mismo. Cuando Él toma posesión de nuestra alma, exteriorizamos el brillo de estrella que magnetiza a otras personas y que ven la claridad del amor reflejada en nosotros sin más preámbulos, sin muchas preguntas. Jesús, por tanto, es la bendición del cielo que desciende a la tierra por un puente para llevarnos de la tierra al cielo en nombre del amor”.
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“Desde el establo hasta el Calvario, su vida fue un canto de misericordia y de amor, de sencillez y comprensión. En el pesebre nació entre pacíficos animales y sencillos pastores mientras muchos hombres nacían en cunas de oro, pero encarnaban existencias anuladas y vivían en el mundo rodeados de honores, ostentando pomposos títulos y premios, disputándose laureles y consideraciones, pero sus nombres fueron olvidados tan pronto como descendieron a la tumba. Jesús nunca fue ni será olvidado, porque nos trajo el modelo del amor”.
Que la energía de la Navidad nos envuelva, nos vigorice y nos prepare para el nuevo año que viene.
¡Feliz Navidad!
