Nunca acabes con el espíritu

¿Qué estamos haciendo con nuestra experiencia aquí en la Tierra? ¿Cómo afrontamos lo que vivimos? ¿Qué importancia le damos al espíritu? ¿Cuál es la mayor e irrefutable razón por la que existimos? Nuestros espíritus, nuestra evolución. ¡Esta es la esencia de nuestro vivir!

¿Le damos la importancia necesaria y justa a las cosas del espíritu? ¿Comprendemos toda nuestra trayectoria en la eternidad? ¿Entendemos que esta trayectoria es parte de los planes del Creador para nosotros? ¿Alguna vez te preguntaste cómo llegaste aquí?



Si miramos el camino que tomamos para llegar aquí, ¿era pequeño? ¿Cuántas encarnaciones hemos vivido para alcanzar este nivel de conocimiento que tenemos hoy?

¡Ufá! Basta de preguntas, estoy cansada!!!

Entonces, reflexionemos un poco. La base de esta reflexión es un contenido del libro “Palabras de Vida Eterna”, de Emmanuel, psicografiado por Chico Xavier. Emmanuel dice: “observad el camino noble que os ofrece un paso seguro y recordad que ayer FUE UN TRATO DE TIERRA UNCULTA”.

Nos estamos moviendo a un planeta de regeneración, estamos terminando el tiempo en que la Tierra era solo un planeta de expiación y pruebas. ¡Estamos en el camino de la evolución!

Al principio éramos espíritus brutos e ignorantes. Necesitamos nacer y reencarnar varias veces hasta llegar al día de hoy. No es importante para nosotros saber exactamente cuántas encarnaciones hemos tenido, sino las lecciones que necesitamos, aprendemos y qué estamos aplicando del conocimiento que hemos adquirido hasta ahora.

Varios espíritus vivieron y crearon las condiciones para que llegáramos hasta aquí. Ignorando que éramos como espíritus primarios, lo que nos movía era el instinto de luchar y sobrevivir. Nuestros cerebros eran pequeños, subdesarrollados, con pocas conexiones neuronales y aún incapaces de procesar emociones y sentimientos más nobles. De hecho, existe un documental llamado “CÓMO CREA EL CEREBRO”, que no es religioso y habla de la creatividad, pero es muy interesante para entender la evolución de nuestro cerebro.



Nunca acabes con el espíritu

Fuimos desarrollándonos y trazando nuestro camino hacia la evolución, desarrollando diferentes aptitudes.

Sin embargo, nada de esto sucedió sin la ayuda de amigos espirituales, seres ascendidos que se preocupan y siempre se han preocupado por nuestro planeta y por todos nosotros.

¿Cuántos espíritus desinteresados, más sabios y más evolucionados han aceptado venir a la Tierra y traernos conocimiento? Necesitaban bajar sus frecuencias para encarnar en la materia y aún así ayudarnos a allanar el camino para el momento en que vivimos hoy. Solo por nombrar algunos ejemplos de estos espíritus que nos han ido acompañando en nuestra evolución. Seres como: Zoroastro en Irán, pueblos mayas, incas, aztecas, sumerios; Abraham, Moisés, Elías, Juan el Bautista, Buda, Faraones en EGIPTO y por supuesto Jesús nuestro maestro planetario. En Grecia Hermes Trismegisto, Pitágoras, Platón, Aristóteles, Sócrates son estudiados hasta el día de hoy y recordados por el gran legado que dejaron a la humanidad. Y, aún más recientemente, tenemos: Gandhi, Helena Blavatsky, Goethe y tantos otros nombres que podríamos mencionar.

¿Cuánto conocimiento hemos acumulado ya en esta vida, cuánta información que no teníamos sobre filosofía, ciencia, medicina, espiritualidad, vida fuera del planeta hemos ido acumulando durante siglos?

¿Cuántos han muerto por ideales humanos, por una vida más digna, por traernos hechos que ahora reconocemos como verdades?

Hoy sabemos que la tierra es redonda, pero en el pasado esto era una herejía. ¿Cuántos no han sido maltratados, apedreados, asesinados por traer algo diferente a la verdad hasta ahora conocida?

Puede que no tengamos la idea exacta de todo el sufrimiento por el que pasaron estos espíritus, pero podemos reconocer y estar agradecidos por la fuerza espiritual, la energía y las ganas de vencer que nos dejaron.


Cuando reconocemos esta organización cósmica, comprendemos que lo que quedará es nuestra alma, porque es inmortal y eterna, y es en ella que debemos invertir nuestros esfuerzos.


Todo y todos es un campo de aprendizaje, y la vida está ahí para presentarnos una diversidad de oportunidades para poner el bien en acción.

Transmitir conocimientos, ayudar a los demás, incluso con lo poco que sabemos, es mucho para algunos. Otros que saben mucho nos enseñan. Si cada uno de nosotros se propone utilizar el conocimiento, manteniendo la llama que llevamos como chispas divinas, ya estaremos en acción.

Cristo fue nuestro ingeniero celestial y sus enseñanzas deben guiarnos. Todo lo que hacemos en base a tus lecciones solo puede reflejar luz y amor. Cada uno de nosotros es responsable de la evolución de todos.

No estamos separados, nosotros y todo lo que nos rodea estamos hechos de células cuyos elementos son los mismos, combinados de diferentes maneras y esto se vuelve cada vez más claro para la humanidad. Entonces, ¿dónde estamos separados?

Cada uno de nosotros trae la llama divina y solo por eso somos capaces de difundir algo bueno, educar, enseñar, en cualquier nivel. Por pequeña que sea la luz que nos guía, la luz divina nos envolverá de tal manera que seremos verdaderos faros. A nosotros nos toca sembrar semillas de fraternidad. Y cada semilla que sembremos en la tierra de la vida nos traerá más bendiciones y frutos.

No podemos dejar que nuestra energía vital se apague. Lo que impulsa nuestra alma a la evolución. No pierdas la alegría y el espíritu. Cuando nos cerramos en la duda, en el miedo, y dejamos que estos sean nuestros sentimientos, nada bueno nos llega. Mantener la fe de que hay algo más sublime que la vida terrenal, que las cuestiones materiales, sin perder el deseo de estar presentes en nuestras acciones con amor.


Nuestra religión, nuestro trabajo, nuestra familia, nuestras relaciones hay que vivirlas con alegría, con brillo en los ojos, con amor, con entusiasmo. Hagamos lo que hagamos, que sea con amor y gratitud. Cuando nos ponemos con el corazón abierto, con alegría en las tareas, sean las que sean, todo se vuelve más ligero y tendremos la ayuda de nuestros hermanos espirituales.


No apagar el espíritu es no hacer las cosas mecánicamente, sin pensar. El día a día nos consume y cansa. Nos ofendemos por pocas cosas, somos vagos. Pero perder la oportunidad de servir es borrar el espíritu. Es servicio lo que Cristo nos pide. Esto es lo que nos hace crecer moral y espiritualmente.

Dona, sonríe, comparte alegrías, abrazos. Esto no es una cosa pequeña.

Nunca acabes con el espíritu

Todo en la vida es más fácil con un buen ánimo. No te conformes. No dejemos que el desánimo y la procrastinación nos hagan pensar que estamos aquí para dar un paseo. ¡Enfócate en la acción siempre!

Vivir de forma lineal e inerte puede ser el purgatorio del que hablan los católicos, o el umbral para los espiritistas. Y ahí es donde viven los zombis, sin voluntad efectiva y fuerza para la acción.

La acción debe ser nuestro mantra para que no dejemos que nuestro espíritu se apague.

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