Si durante tu vida te preguntas “¿Qué puedo esperar de esta vida?” y respondes honestamente a ti mismo, la calidad de tu respuesta contendrá la madurez de tu alma. Esta madurez no se mide por la edad. El alma existe más allá del tiempo. La madurez se mide por la forma en que interactúas con tu realidad.
El alma inmadura siempre está llena de deseos, ambiciones y metas. Este tipo de inmadurez son objetivos fútiles como alcanzar el poder, obtener dinero y una estricta devoción religiosa.
Todos sabemos que lograr objetivos lleva tiempo y todas estas ambiciones están en tiempo futuro. Para las almas inmaduras existe la sospecha de que el tiempo presente es lo que realmente importa, pero no saben valorarlo. Este tipo de persona que lleva un alma inmadura solo ve el tiempo presente como un trampolín hacia su futuro exitoso, lo cual está mal en cierto modo. Se olvidan del conocimiento que tiene nuestro corazón, que todo es transformación constante y que todos debemos dedicar un tiempo a crear una realidad que sea buena para todos.
El alma madura ha experimentado la naturaleza de los deseos, la constante variabilidad del mundo donde nada es duradero, todo es dialéctico, cambiante. Un alma madura quiere que todos vivan en un estado interconectado, donde cada individuo pueda ver el todo en sí mismo, donde todos sean parte del mismo organismo. Hay un cambio fundamental en la comprensión, donde todos pueden visualizar la energía expresada en el infinito.
Ego
La mayoría de la humanidad se caracteriza por el Ego dominante, que guía y conduce. ¿Qué es este Yo? Cuando nacemos, empezamos a desarrollar una comunicación con el entorno que nos rodea. Desarrollamos nuestra propia identidad en el mundo.
Este sentido elemental de posesión – “mi identidad” – es el fundamento del Ego. El Ego no puede acercarse a Dios desde este profundo instinto inconsciente de posesión: mi Dios. Solo pueden imaginar a Dios como un ser trascendental, porque no saben que Dios vive en todos nosotros, y que debemos nutrir las buenas obras, los buenos pensamientos y las buenas actitudes para ennoblecer aún más a nuestro Dios interior.
La identidad ligada al Ego está conformada por las respuestas que recibimos de las personas de nuestro entorno, cuando responden a esta pregunta “¿Qué soy es lo que me gusta?”.
El Yo es, por tanto, un producto social, y sólo es capaz de dar respuestas falsas a la pregunta: “¿Qué soy, es lo que me gusta?”. Estas respuestas son falsas porque se basan en comentarios de otras personas, no en nuestra propia existencia. El Ego es nuestra identificación con ideas, emociones, acciones y experiencias. A los ojos del Ego, alguien que es pasivo y no hace nada es un zombi. Porque, desde ese aspecto, nuestra mente está vacía, sin creatividad.
Corazón
Hay una forma diferente de interactuar con la realidad cuando actúas desde el corazón. Es poner tu mejor y más completa presencia en todo lo que haces. El “alma madura”, como ya hemos dicho, no se mide por la edad, sino por cómo navegas por la realidad. Es saber que todos somos estudiantes del cosmos, ser humildes y nobles al mismo tiempo. Es ser maestros sin tener que decir. Es la creación de nuestros pensamientos. Interactúe con las personas sabiendo que todos somos uno y, por lo tanto, trátelos con compasión.
Un alma madura es simplemente un nombre, una etiqueta para aquellos que ven el patrón de la realidad y, sin embargo, logran abrir un canal de cambio real todos los días. Asegúrate de que todos los que te rodean merecen atención y comprensión.
• Texto traducido y adaptado por Natalia Iannone del Equipo Eu Sem Fronteiras
