Nuestra sociedad también se basa mayoritariamente en valores ligados a lo masculino, como la competitividad, donde está muy presente el acto de compararse con el otro. Las exigencias internas y las exigencias externas suelen ser altas y dentro de esta aparente realidad aún piensas que necesitas ser igual o mejor que otras personas, en lugar de buscar ser alguien más cercano a tus posibilidades y esencia.
Es precisamente por vivir una personalidad o una vida que sigue un patrón, y no el corazón, que gran parte de la población aún se aleja de su potencial y brillo interior. El menor atisbo de esta brillantez y potencialidad puede seducir o ahuyentar a quienes se encuentran frente a la belleza y magnitud de sí mismos, con sus dones, conocimientos y misiones. Cuando una persona se deja seducir, puede seguir dos caminos diferentes: el primero es el de la autorrealización, viviendo una vida de autoconocimiento, con ecuanimidad, empoderándose, manifestando y compartiendo con el mundo su misión, su Dharma. La segunda es la forma de emborracharse con su propio "oro", actuando solo para su propio beneficio.
La persona que se aleja de su néctar personal, muchas veces huye de la responsabilidad y el poder de ser ella misma, del compromiso de compartir su magia y potencial con el mundo, para co-crear una realidad alineada con el corazón y con la acción consciente. Decir sí al encuentro de tu poder personal implica muchas veces una ruptura con estándares y creencias consideradas normales y aceptadas por la cultura cuadrada que insiste en aprisionar la libertad de expresión y la creatividad.
También implica hablar de temas que son tabú, aceptar ser diferente a la mayoría de las personas, no permitir que las opiniones de los demás te desvíen del camino que tu corazón e intuición dicen que es el correcto. Al compartir finalmente tus dones y conocimientos con los demás, al reconocerte plenamente tal y como eres.
La distancia y el miedo a encontrarse y asumir su poder personal trasciende las cuestiones de género. Está por todas partes. La sensación de que siempre falta algo internamente es recurrente. Es necesario recorrer el camino de regreso a uno mismo, reflexionando y sintiendo lo que dice el corazón y el alma. Requiere coraje y confianza. Reconocerte como un todo, capaz y merecedor de manifestar lo que resuena internamente, vibrando abundancia y fluidez en tu vida, es parte de la transformación interna y reapropiación del brillo, la plenitud y el poder personal.
