Madre dando y recibiendo vida

    Este es el primer Día de la Madre desde que mi madre se fue. Recibí la vida de una mujer italiana, que quedó huérfana a los 5 años, vivió la segunda guerra mundial de 10 a 15 años, fue madre de 3 hijos y que tiene una historia de vida increíble, que haría un buen libro y una buena película.

    Pasé gran parte de mi vida deseando más de esta madre, como una hija necesitada. Ahora, entiendo, ella me dio la Vida, me dejó vivir en su vientre y me dio Luz, y por ello merece mi Gratidão profundo.  



    Mi hijo mayor, el día de su partida, me dijo una frase que quedará grabada en mi alma por la eternidad:

    “Mamá, sé que tu relación madre-hija fue desafiante, pero te convirtió en una persona increíble…”

    Esa es la palabra: desafío.

    Madre dando y recibiendo vida

    Defino ser madre como un delicioso y doloroso ejercicio de superación, porque a pesar de que una sonrisa muchas veces borraba el dolor de un mal sueño, o las náuseas y malestares del embarazo, le di vida a mi hijo a los 23 años, y este ejercicio fue un reto. .

    Cómo lidiar con los dolores de estómago, los ataques de bronquitis, el primer día de clases, el primer viaje escolar… hay un deseo en mi alma de dar lo mejor de mí, pero ¿será suficiente?

    Cinco años después, volví a empezar… Más náuseas y dudas, ¿seré capaz de amar como amé al primero? ¿Hay tanto amor en mi corazón? ¡La respuesta es un increíble SÍ! Todo puede ser mejor con el segundo hijo, porque aporta a la familia la relación de hermanos, el amor y el odio a la vez, crecer juntos, enseñar aprender, cuidar, el desarrollo del amor, dar y recibir... Wow, cómo hermoso es ver el amor de los hermanos.



    Son frutos de su carne, que se desarrollan día a día y nos enorgullecen. Así es, soy una madre que babea, que tiene que ser un babero, porque toda esta superación ha traído a este planeta a dos personas increíbles, ciudadanos de primera, gente de primera línea.

    Entonces, cuando ya creía que todo estaba completo, obtuve un plus: el tercer hijo, que no salió de mi vientre, vino como un regalo, una delicia de niño, un anciano en cuerpo de niño, que da a luz todos los días a mi vida, dar y recibir de forma fluida, limpia, ligera, deliciosa…

    Superar, este es el verbo que yo, como hija y madre, aprendí a conjugar con amor, dolor y orgullo por el bien hecho.


    Gracias mamá por el privilegio de ser hija. Gracias Bruno por ser el primogénito y enseñarme lo que es ser madre. Gracias, Stephanie, por mostrarme que ser madre puede mejorar. Gracias, Nathan, por ser la Luz que me da cada día.


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