El miedo a la realidad crea nuestro mundo de ilusiones.

    Detente un momento y mírate, te ayudaré. Analiza lo que te está pasando. Siéntete fuera de tu mente por un momento y date cuenta. ¿Es tu vida un escenario de frustraciones y decepciones? ¿¡Definitivamente correcto!? Así que hagamos un análisis juntos.

    En algún momento de la historia de tu vida, ante el vacío y el malestar de tu existencia, empezaste a soñar con una vida ideal (una vida en el mundo de las ideas, no lo olvides). Muy bien, en este mundo virtual, escribiste el guión de una película y poco a poco invitaste a los actores a interpretar los papeles de esta historia. Les dio a todos un guión y se sentó en la silla del director.



    Bien, hasta ahora todo bien, la vida continúa. Resulta que durante la filmación, los actores cometieron errores en los textos, cambiaron sus líneas, se equivocaron en las tomas, interpretaron mal a sus personajes y, con eso, la película desarrolló una historia muy diferente a la que idealizaste. Te diste cuenta, frustrado, que todo lo que era claro y perfecto en tu 'mundo ideal' se derrumbó y fue arrojado con toda su fuerza a la realidad. Sucede que a ti no te gusta la realidad, hiciste todo eso, idealizaste todas estas cosas, precisamente, para escapar de ella y ahí empieza el problema.

    Como resultado, se sintió frustrado, decepcionado, enojado y transfirió todo su odio a los actores, comenzó a culpar a los demás y vio su vida dentro de un ambiente de lloriqueos y quejas. Sí, ante tanta incompetencia técnica, fue fácil elegir a los responsables de su caída. Con eso, abrazó esa vieja máxima de Sartre: “El infierno son los demás”.

    Darse cuenta de que esto es precisamente lo que estamos haciendo con nuestras vidas. Nos relacionamos con las personas, dándoles a cada una de ellas un papel que desempeñar. Creamos expectativas malsanas y exageradas y olvidamos que el otro tiene sus propios intereses; que el otro, tanto como tú, también escribía guiones, porque como casi todo ser humano en el planeta, es más un fugitivo de la realidad creando sus proyecciones.



    Esto lo hacemos con los que viven con nosotros, ya sean nuestros hijos, nuestra pareja, nuestro jefe, nuestro vecino, nuestro compañero de trabajo, no importa. Cualquiera que suba al escenario de nuestra existencia tendrá que seguir un guión creado por nosotros y ¡ay del que se pierda el texto!

    El miedo a la realidad crea nuestro mundo de ilusiones.

    Ya es hora de que entendamos que todo pasa dentro de nosotros, todo el problema es nuestro, porque creamos expectativas y nadie tiene nada que ver. No hay mayor locura que querer cambiar a las personas haciéndolas asumir un carácter que se ajuste a nuestras exigencias internas. De esta manera, nunca serán ellos mismos y vivirás con cualquier cosa menos con un ser real.

    El primer paso hacia nuestra liberación es precisamente asumir toda la responsabilidad por todo lo que no está funcionando en nuestras vidas. Deja de culpar a Dios, al mundo, a la gente, al gobierno, a los padres, etc. El principio de responsabilidad está representado por la mayor de las virtudes: la humildad. Sufrimos sin descanso por ser orgullosos, vanidosos, estar totalmente embriagados con nosotros mismos y querer que el mundo corresponda a nuestros intereses.



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