6 pasos para convertir el dolor en un proceso de crecimiento

El dolor es inherente a la vida. Es parte de ello, además de la diversión y la alegría. Tendemos a pensar que vivimos una fatalidad fortuita, un capricho del destino, pero no es más que una extensión de nuestra existencia. Por ello, no podemos evitarlo y todo esfuerzo invertido en este objetivo será inútil.

El dolor, como la alegría, nos llega de la forma más primaria. Lleva lecciones muy importantes que sirven para guiar cada paso de nuestro viaje.

Sin embargo, a menudo convertimos el dolor en sufrimiento. En un sorbo amargo y eterno que bebemos de forma agresiva y fatal. Empeoramos la situación, porque de alguna manera buscamos desesperadamente más sufrimiento del que ya enfrentamos.



EL SUFRIMIENTO ES UNA EXTENSIÓN DEL DOLOR, NO EL DOLOR SOLO.

No está mal sentir nostalgia, o querer estar a solas con nuestro dolor. Por el contrario, a veces es necesario. Tomar un café a solas, disfrutar ese momento de reconocimiento con nuestra más profunda intimidad o ese encuentro con nuestra propia humanidad.

El aspecto más inquietante, y que genera aún más sufrimiento que el que ya hemos vivido, es el peso que llevamos al escalar esta montaña de fuerte pendiente que, de vez en cuando, elegimos. Este peso lo añadimos cuando, por ejemplo, decimos que esta tristeza durará para siempre, que es infinita y que estamos a merced de su voluntad.

Experimentar el dolor es un proceso de crecimiento.

Sin embargo, tenemos buenas noticias: podemos aprovechar este sufrimiento adicional y, mejor aún, podemos usarlo como un proceso de crecimiento que aumenta exponencialmente nuestra sabiduría en la vida.

¿Pero de qué manera? Cuando pasamos por un desarrollo personal, por el que han pasado tantas mentes inquietas, alcanzamos una sabiduría que nos permite ver más a menudo que el dolor es humano e inseparable de la vida, pero que el sufrimiento es un artificio que utilizamos, y del cual podemos privarnos. .



1. Es necesario reconocer el dolor

Necesitamos identificar nuestro sufrimiento. Saber si es un dolor que está influyendo en nuestra vida a nivel psíquico, físico, social o existencial… Dolor que se divide en varios tipos, y que debemos ser capaces de reconocer, observar y dejar ahí por un tiempo. momento de tener esa reunión especial de la que hablábamos antes.

2. Es necesario tener un diálogo honesto con el dolor

Para iniciar una conversación con el dolor, debemos dejar muy claro que hay un problema. Algo está perturbando nuestra paz mental. Y por eso, debemos entender de dónde viene este sentimiento y por qué existe.

Respondiendo a esa pregunta, ya tendremos un gran éxito. Sin embargo, tienes que ser honesto y escuchar lo que tu dolor quiere decirte. No vale salir corriendo ni escuchar la respuesta a medias. Es necesario escucharlo en todos los sentidos y con la mayor sinceridad posible, porque el dolor se desnuda y se descubre.

6 pasos para convertir el dolor en un proceso de crecimiento

3. No lo conviertas en sufrimiento

“El dolor puede dañar una parte de nuestro cuerpo. El sufrimiento tiene el poder de herir el ser interior”. Una frase certera, porque el sufrimiento tiene el poder de bloquear nuestra mente, y en consecuencia, de invalidarla.

Transformamos nuestro dolor en sufrimiento en el momento en que lo proyectamos en el tiempo, y le damos una duración infinita, con un mensaje catastrófico y desesperanzador para nosotros mismos.

4. Debemos ser responsables de ello

Esto no quiere decir que debamos culparnos a nosotros mismos, esa culpa que, en lugar de dar la paz, la erradica por completo. Ser responsable de nuestro dolor implica reconocer qué estamos haciendo para aumentarlo y cuándo una ligera llovizna puede convertirse en un gran diluvio.



Entender que podemos ayudarnos o pedir ayuda para manejar este dolor de la mejor manera posible. Transferir nuestra responsabilidad a los demás es también una actitud inútil que acabará provocando otro dolor.

5. Elimina el dolor sin dejarlo de lado

Con los pasos anteriores, ya hemos aprendido mucho. Nos permiten recuperar esa paz que no podíamos tener porque aplazábamos cada vez más nuestro dolor. Lo esencial es tener una confrontación cara a cara con ese sentimiento.

Tal vez podamos calmarlo con algo que te ayude y te despierte a la vida. Cada uno es único e individual, y cada uno sabe lo que puede ayudar a mejorar o no. No existen soluciones igualmente efectivas para todos, así como tampoco soluciones mágicas. Es un proceso que todos debemos vivir.

6. Madurar con ella (o a pesar de ella)

Es necesario comprender que somos más que nuestro propio dolor. Esto significa que debemos aceptar que no somos ella, somos un conjunto de pensamientos y otros sentimientos varios, con los que ella no tiene nada que ver.


¡Somos más que eso! Significa que debemos reconocer que tenemos recursos más poderosos y que debemos descubrirlos —y usarlos— para poder enfrentar esta transición difícil pero humana, que es el paso del dolor al crecimiento.

Por eso, invitamos a todas las personas que están pasando por un momento difícil a escucharse con la honestidad necesaria, a aceptar su dolor con responsabilidad, y no traspasarlo a los demás, y a abrazarse. De principio a fin, en este proceso de crecimiento que es nuestra vida.


Escrito por Amanda Magliaro de Team Me Without Borders.

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